Había visto muchos pero ninguno me gustaba, eran vulgares, grotescos y comunes, yo quería encontrar uno especial para mi y en aquella tienda había unos preciosos, ví uno azul, ancho, con remates metálicos que me encantó, con un cierre antiguo atrás y tenían pulseras a juego, el expuesto estaba dañado y pedí que me sacaran uno nuevo para mi, al abrir el cajón donde estaban todos le vi, era rosa furcia y olía a cuero, ese era el mío sin duda, no había ninguno mas rosa, ese me estaba esperando a mí. Lo compré con una pulsera a juego y la correa metálica. Quedaba perfecto con mi piel clarita, aunque un poco castigada por el sol y mi pelo también claro. Quería ser la más bonita de todas cuando me lo pusiera para él.
Durante la mañana intercambiamos mensajes, él me pedía que le describiera cómo quería ser tratada esa tarde, yo intenté cambiar las tornas pidiéndole que me dijera cómo quería que le esperara, en seguida vio mi maniobra y tras una risa de superioridad me dijo que yo ya sabía como tenía que esperarle... Le llamé enseguida para explicarle que no sabía a qué se refería. Yo sabía cómo quería esperarle yo y sabía que sin duda le iba a gustar, pero yo no le había hablado de lo que me había comprado, él no podía saberlo. Estuvimos regateando ambos pero no conseguí que me dijera nada.
De camino a mi casa me llamó, yo insistí en que me dijera cómo quería que le esperara, que no sabía qué quería que me pusiera para él y la verdad es que como nunca me había pedido nada me hacía ilusión que me pidiera algo, como que me vistiera de una manera especial para él. Se cortó el teléfono y como ya estaba cerca de mi casa aproveché para desnudarme por completo, ponerme mi collar y la pulsera, estaba tumbada en mi cama y me sentía muy zorra por esperarle así, le volví a llamar para hacer un último intento y sacarle algo de información o porlo menos no sentirme tan puta, pero me quedé con la boca abierta cuando me dijo “pero si seguro que ya lo llevas puesto”. Que cabrón, me conoce mejor que yo a mi misma, jamás me habría atrevido a comprármelo y a ponérmelo para esperar a nadie, pero el morbo con él me podía. Me pidió que dejara la puerta de mi apartamento abierta y que le esperara sentada en medio de mi salón en una silla.
Mi voz le decía que eso era una locura, que cómo me pedía eso, pero mi cuerpo se levantó de la cama y empezó a acatar órdenes, dejé la cadena a su alcance para que la viera nada mas entrar y me senté a esperarle. Seguíamos hablando por teléfono hasta que escuche la voz en directo, estaba abriendo mi puerta y me vió allí sentada, sentí vergüenza, emoción, morbo y una mezcla de cosas, quería que viera como me había vestido para él pero a la vez sentía vergüenza de ser tan puta. Entró lentamente por el pasillo mirándome y andando muy despacio, dejó las cosas sobre la mesa y empezó a desnudarse mientras me decía “mírate… ahí sentada…”, tenía muchas ganas de verle, había sido una semana bastante dura para los dos, separados por muchos km y quería sentirle cerca, me levanté a pesar de saber que el collar que llevaba me privaba de tomar una decisión como esa, pero no me importaba el castigo, tenía la necesidad de abrazarle, él tampoco me dijo nada, supongo que por ser la primera vez que me vestía así para él.
Le abracé y enseguida noté que ya venía empalmado desde la calle por todo lo que habíamos estado hablando y eso me puso frenética, notaba su deseo pero sus gestos eran de pasividad, me besó y comenzó lo que siempre pasa cuando nos encontramos, que se desata el deseo y empezamos a no controlar nuestros cuerpos. Me apartó de él y mientras seguía desvistiéndose me ordenó que fuera a por mi correa, me la pusiera y se la diera.. Ni lo dudé, era la primera vez que jugábamos a eso pero no dude en absoluto en hacer lo que me decía. Me la puse y se la entregué.
En cuanto tuvo mi correa en su mano comprobó lo mojada que estaba, el efecto que él produce en mi inevitablemente es ese, antes de que me toque ya estoy húmeda, con el coño ofrecido y predispuesto a cualquier cosa.
Me hizo arrodillarme para pasearme por la casa, a cuatro patitas, con la correa tirante iba caminando como una perrita mientras él me masturbaba de continuo, al principio la situación me resultaba extraña pero enseguida mi mente fluyó y disfrutaba de cada uno de los roces que su mano hacia en mi coño mientras mis caderas se mecían según avanzaba, sus dedos entre mis labios y estos frotándose unos con otros abrazando su mano, seguía caminando pero lo hacía lentamente para no perderme ni una sola de sus caricias. Me puso en frente de una ventana y arrodillada me dejó chupársela mientras me explicaba que así verían todos los vecinos lo puta que soy, que me tenían que ver con el collar puesto. Me subió en una de las mesas y en la esquinita, mirándole a él, con las piernas en alto me folló suave, yo veía su polla entrar entera la veía aparecer y desaparecer y veía su cara de salido, me encantaba verle disfrutar. De nuevo me paseó esta vez de pie, mirando para atrás pidiéndome que le dejara verme, que estaba muy guapa, que quería recordarme así.
Entramos en otra habitación donde hay una mesa de comedor y con mi espalda tumbada, su polla follándome y mientras su dedo gordo relamido me torturaba, me preguntó si sabía lo que iba a hacer a continuación. Yo llevaba un rato deseándolo.. “si, me la vas a meter en mi culito”, solo decir aquellas palabras me hacían sentir muy guarra, jamás me hubiera imaginado diciéndolas pero con él no me costaba. Metió la puntita y poco a poco toda entera, la piel se me erizaba y el dolor no era suficiente para renunciar al morbo y el placer que suponía tener su polla dentro de mi culo. Tiró de la correa para ponerme de pie, me situó frente a la mesa erguida, con la espalda arqueada y la barbilla elevada, se fue unos segundos y me ordenó que no me moviera, obedecí como era de esperar y cuando vino me la clavó hasta el fondo sin avisar, me explico que a las zorritas como yo hay que follarselas así para exhibirlas y que todo el mundo vea lo putas que son. Estuvo un buen rato follándome duro, amarrándome de los hombros y tirandome de la coleta, él sabe que eso me emputece muchísimo, me hace sentir muy sucia, que me tiren de los pelos como a cualquier furcia. Me follaba tan duro que no podía mas que gritar, pero todavía no me había dado mi merecido, en esa misma posición me llevo hasta el sofá del salón, donde me puso a cuatro patas, me apoyo contra el respaldo, me arqueo la espalda y empezó a follarme sin piedad, le notaba encima mía, no podía ni moverme, estaba aprisionada por su cuerpo, sus piernas y sus brazos, me estaba montando como a las yeguas, notaba como mis flujos chorreaban encima del sofá, se escurrían por mis piernas hasta llegar a él.
En esa posición me obligó a contarle lo puta que había sido la semana que habíamos estado separados y cuando más me acercaba a la parte caliente de lo que había hecho, mas fuerte me follaba hasta no dejarme casi respirar, me lo merecía, por zorra. Él estaba sudando y el sofá se desplazaba cada vez mas, yo notaba sus gotas de sudor por mi espalda y eso me ponía mas cachonda, imaginar lo salido que estaba por todo aquello que yo le contaba y por tenerme a su disposición con el collar y mientras me narraba lo puta y lo zorra que era me corrí como hubiera deseado hacerlo con los que me follé la semana que habíamos estado separados. Mi mente abandonaba mi cuerpo en temblores pero el cabrón no dejaba de follarme duro y yo no podía dejar de correrme como una autentica guarra.
Cuando me agarro de la correa y me levantó, noté que se habia formado un laguito de su sudor en mi espalda, note cómo caia por mi culo y por mis piernas despacio, él jadeaba y yo me llevé la mano al coño para comprobar lo chorreante que seguia. Sin darme tregua me apoyo por la parte de atras del sofa hasta que mi mejilla toco en el asiento, llevo mis manos a la espalda, lo único que me mantenia en contacto con el suelo, era la puntita de mis dedos, que permanecian rectas y estiradas como a él le gusta, para que mi culo quedara alto y poder clavarmela hasta el fondo. Con mis manos secuestradas a mi espalda y su otra mano agarrandome del cuello siguio follandome tan duro que le veia enfurecido, intentaba girar mi cabecita hacia atras y hacia arriba pero no me dejaba, "no no no no" me decía y eso me ponía mas cachonda, que no me dejara verle, con una pierna en el suelo y la otra sobre el respaldo me la clavaba como si en ello le fuera la vida, me sentia muy sucia, me sentia brutalmente utilizada, me sentia un juguete para él, solo para darle placer, para que me follara a su antojo, como una puta cualquiera, una zorra que se merecia eso, que la follaran sin piedad y sin miramientos.
Me levantó tirando de mis brazos hasta ponerme erguida, me levantó y me ordenó que me pusiera como yo sabia que me tenía que poner para exhibirme, para que cuando me haga eso en público, la gente viera lo buena perrita que soy, cómo me muestro. Tiró de mi correa y me hizo arrodillarme en el suelo, frente a él, "vas a ser una buena perrita y te vas a beber toda la leche,¿verdad?", con mi lengua sedienta fuera de mi boca, mirandole a los ojos, asentía con un movimiento de cabeza, tiraba de mi coleta hacia atras mientras, me la metia en la boca y me la follaba, yo la sentia casi punzante de lo dura que estaba y oía como jugaba con los jugos de mi boca babeante, "saca la lengua!" me decía, y obediente la sacaba al máximo, me iba a dar mi premio, yo seguia notando chorrear mi coño por las piernas, quería que se corriera en mi boca, le miraba fijamente poniendo cara de furcia y ansiosa por que se corriera, él me miraba con superioridad y jadeante hasta que se corrió en mi boca, no dejé escapar ni una gotita y me relamí mientras seguía tirandome del pelo y recuperando la respiración.
En un principio pensé que me iba a dar vergüenza que alguien me viera de esa manera, siendo utilizada como una zorra cualquiera, pero si me paro a pensarlo detenidamente, me gustaría que la gente viera lo puta que soy cuando estoy con él.
Pues fíjate que me has dado una idea, pero necesito el collar, dos pulseras, dos tobilleras y una cadena. La diferencia es que yo no me meteré en su culo ni en su coño ni en sitio alguno, y desde luego no le daré mi leche.
ResponderEliminarLa dejaré ahí nomás, atada, con la vulva empapada, chorreando, sin poder siquiera masturbarse, y me iré a tomar algo con su amiga del alma.
De hecho, creo que necesitaré dos collares, cuatro pulseras y cuatro tobilleras. Eso sí, con una cadena tendré suficiente. Quiero ver qué pasa cuando atas una a la otra a dos amigas de siempre.
Certificado
mucho collar pides tú, no? Creo que tb necesitaras un par de bozales..
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