viernes, 2 de septiembre de 2011

Agosto en Madrid...

Soy la única que queda en mi oficina este mes y eso tiene que tener su recompensa. Él viene a visitarme y ver mi casi recién estrenado despacho.

A medio día me ha dado tiempo a ir a casa a prepararme así que en cuento suena el timbre de la oficina voy correteando a abrir, sabiendo que he sido un poco puta y voy sin bragas como a él le gusta.

-Hola!
-Holaaaa! (con sonrisa profident)
-Uuuhh ¿y esa sosrisa?¿qué has hecho?
-nada... mira ven! que te enseño mi despacho..
-No no no.... (no me dejó moverme)

Me atrajo hacia él de las caderas, me apartó el pelo y comenzó a olerme y a mordisquearme el cuello, al principio intenté arrastrarle para que viniera a ver mi despacho pero es como una roca y no pude hacer otra cosa que dejarme hacer, con sus manos magreando mi cuerpo sin cesar, primero apretaba mis pechos haciendo que mi espalda se arqueara, luego apresaba fuertemente mi cintura y acabó en el interior de mis muslos, me subió el vestido y se sirvió a su antojo. 



De aquella facha me llevo a mi despacho "ahora si, vamos a ver tu despacho.." Entramos y lo primero que hizo fue sentarme en mi silla, inclinó el respaldo para atrás y se metió debajo de mi mesa, arrastró mi culo hasta la orilla, me engancho por las piernas con sus manos en mi tripa y sin dejarme levantar ni moverme comenzó lamerme suavemente, se acercaba por las ingles hasta llegar a mi coño. Estaba cachondísima y si dejaba que me torturara de aquella manera iba a dejar un rastro como los caracoles. Mis jadeos eran lentos y suaves, él me miraba, miraba cada gesto de mi cara y cuando se apartó medio segundo, pensé por fin me follaría pero sólo cogió aire y comenzó a lengüetearme, a agitar su lengua contra mi clítoris. Yo tenía mis manos en mis pechos pero me tuve que agarrar a la silla. Notaba mi coño arder y ese cabrón que estaba entre mis piernas iba a hacerme perder la compostura. Seguía allí, lamiendo y chupando desesperadamente, ya no pude mas, mis caderas comenzaron a seguir el ritmo de sus lengüetazos, mi tripa comenzó a temblar, fué inevitable dejarme llevar, relajarme y correrme lentamente mientras él no cesaba de pegarme lametones.



Mi coño estaba empapado, perfecto para que me la clavaran, así que cogiéndome de la coleta, abrió mi ventana y me hizo sacar medio cuerpo fuera. Mientras me apoyaba como podía, él azotaba mi culo preguntándome porqué era tan puta de recibirle sin bragas y con una sonrisa de zorrón. Le repliqué explicándole que era como él me había explicado otras veces que le gustaba que le recibiera. Pero me tuve que callar la boca cuando me dijo "Ya.. pero lo haces porque a mi me gusta o porque te sientes putísima haciéndolo?". Está claro que cuando alguien te conoce mejor que a tú a ti misma, no se le puede replicar, a no ser que quieras llevarte algún azote o bofetada de premio...

Me puse de puntillas y culeé hasta encontrarme con su polla, sus pantalones yacían en sus tobillos, y aunque su mano agarraba fuertemente mi coleta, pude girarme para ver la cara de cabrón que pone. Con su otra mano paseaba su polla por mi coño, sin follarme todavía, haciendo que me desespere y suplique que me folle.

-Fóllame!!! fóllame ya!!!
-Te voy a follar, pero te voy a follar el culo!

Cogí en medio segundo todo el aire que pude, sabía que sobre esas cosas no bromeaba y sabía que me iba a causar un placentero dolor. Al verme mirarle con cara entre asustada y zorrón me sonrió.

- Mucho miedo y poca vergüenza tiene mi zorrita...

Mientras se deshacía de sus zapatos y pantalones me la clavo en el coño hasta el fondo, estaba tan mojada que era como si fuera de mantequilla entraba deslizándose por las paredes como si fuera su casa, siguió follándome tirándome de la coleta para que arqueara mi espalda mientras me azotaba repitiéndome que tenia muy poca vergüenza. Comenzó a follarme duro, tirándome de la coleta me giró y colocó mis codos sobre mi mesa.

-Ahi! perfectamente expuesta para mi y arqueada para que en mis envestidas sientas los huevos golpeándote el coño!



Me follaba duro, muy duro, tanto que casi no podía sujetarme a la mesa, puso uno de sus pies encima de mi mesa, cerca de mi cara, mientras seguía follándome. Yo no podía dejar de mirar ese pie. Tenia entonces practicamente medio cuerpo apoyado en la mesa, le veía de reojo follandome como un animal, mientras, pasaban por mi mente todas aquellas películas en las que había visto a las actrices chuparles el dedo gordo del pie mientras se las follaban y yo no quise ser menos. Con el ritmo de las envestidas me fuí acercando hasta conseguir metérmelo en la boca.

-Qué zorra eres! necesitas tener la boca llena eh!

Sentí entre vergüenza y orgullo, mientras ese cabrón no dejaba de follarme y yo con su dedo en mi boca, no pude evitar correrme, pero esta vez no fue suave, esta vez fue una corrida de muy cerda, totalmente abandonada a mis deseos y perversiones, con aquel dedo en la boca, esa polla en mi coño y yo tirada en aquella mesa, a estas alturas, totalmente despelujada, me corrí como si fuera la ultima vez que me fuera a correr en la vida. Grité, recuerdo que grité y me posé totalmente en la mesa porque mis piernas no me respondieron.

Me quedé temblando unos segundos pero él no paró ni bajó el ritmo en ningún momento, incluso el muy cabrón siguió follándome mas duro y mas duro, hasta que sacándome la polla y tirando de mi coleta me arrodillo frente a él. Tiró de mi y me hizo gatear unos centímetros, se pegó a uno de mis armarios y mientras pegaba mi mejilla a la puerta del armario, con la otra mano se pajeaba para correrse.

-Mira que cabrón me has puesto!! me has puesto tan cabrón que voy a correrme en la puerta de tu armario y sólo te dejaré lamerlo directamente de la puerta.

Crucé mis manos a la espalda y con mi mejilla apoyada sacaba mi lengua relamiendo la puerta del armario hasta que se corrió y mientas jadeaba y los chorros salían de su polla yo lamía y relamía rápidamente para que no dejar escapar ni una gotita, cuando él se relajó y soltó mi coleta me dejó, sabe que me encanta ese momento, relamerle la polla y limpiarla.











1 comentario:

  1. me tuve que masturbar leyendo este relato tuyo, de mas zorras que tu dudo que las haya

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