martes, 27 de diciembre de 2011

algo desvalida y abandonada...

Preparé una bandejita, había comprado unas pastas especiales, hice té, le puse limón y dos azucarillos. Me puse mi collar, abrí la puerta, me arrodillé al lado del sofá y coloqué la bandeja sobre mi espalda quedándome a cuatro patitas. Noté que quizá estuviera demasiado caliente porque me quemaba en la espalda pero no tenía tiempo mas que de estar quietecita. Tardó solo unos segundo en abrir mi puerta, no podía disimular la sonrisa en mi cara, miraba al suelo pero sé que él la veía. Se sentó en el sofá mientras con un dedito tocaba mi espalda.

Cogió mi correa y puso la parte de cuero en mi boca, la cogí sin pensar que mas tarde mis dientes lo apretarían para callar mis alaridos.

Estuvo paseando su mano suavemente por mi espalda, mis nalgas hasta que llego a mi coño, donde, con un dedito, estuvo jugando despacito y muy suave mientras mi respiración se aceleraba.



Le oía beber el té y tomar las pastas, mientras me tocaba los pechos y bajaba por mi tripa como si estuviera comprobando la mercancía  Seguía bebiendo y me agarraba del cuello. Cuando lo terminó se puso de pie y comenzó a desnudarse. Otra vez una estúpida sonrisa ocupaba mi cara, no movía ni un pelo pero estaba dando saltos de alegría por dentro, pensando en que por fin se dedicaría por completo a mi, o mejor dicho, se dedicaría en completo a él, a satisfacer su deseo utilizándome, y eso produce en mi que solo de pensarlo me pongo a chorrear.



Sin camisa y dejando los pantalones en el sofá, cogió el cinturón y castigó mis nalgas hasta dejarlas sonrosadas, cuando lo hace, cuando me azota con el cinturón, lo hace hasta que mi piel se queda muy sensible, es entonces cuando la acaricia con la palma de la mano, caliente y suave, curando el dolor y el picor para volver a ser azotadas.

Quitó la bandeja de mi espalda y arrodillándose detrás de mi comenzó a meterme la puntita, sólo la puntita. la metía y la sacaba volviéndome loca, agarrándome de la cintura. En otra situación hubiera culeando hasta clavármela por completo pero llevando el collar sólo puedo quedarme quieta y disfrutar de su rabo. Mi respiración se aceleraba y yo sólo quería que me follara viva, quería que me metiera el rabo hasta el fondo, fuerte y duro, y sino, que me diera polla para merendar, que me la metiera por la boca y no me dejara respirar, pero cuanto mas lo deseaba, mas se hacía de rogar. El ansia me pudo e intenté culear, no sin llevarme varios azotes y un "ni te muevas".

Se levantó y tirando de mi coleta me llevo a la pared, pero esta vez en lugar de colocarme cara a ella, me coloco de espaldas y de cuclillas, de manera que quedaba su polla a la altura de mi boca


Me folló la boca, despacito, metiéndola hasta el fondo sin bruscos movimientos, sólo movía la cadera lentamente, yo intentaba mirarle a la cara mientras por mi pecho resbalaba un hilo de baba. Subió el ritmo y me folló la boca atragantándome hasta que lágrimas de placer caían por mi rostro.

Tirándome de nuevo de la coleta me acercó a la mesa colocándome sobre ella y haciéndome morder la correa. Cuando me pone sobre la mesa me siento algo desvalida, abandonada, siempre ruego que se apiade de mi, porque si alguna vez existió el potro de la tortura, sin duda mi mesa se le parece muchísimo.



Intento mirarle, ver su cara de cabrón pero enseguida me hace girar la cabecita para adelante, arqueo mi espalda y me agarro como puedo a ese potro del placer, siendo en este caso yo la potrilla y ÉL mi montador.


Me agarra, me sobetea, me empuja y me folla hasta que mis piernas dejan de tener rigidez y dejan de tocar el suelo. Deja que me recupere acariciando mi espalda. Varios "¿qué te pasa?" retóricos salen de su boca, y yo mientras, cogiendo fuerzas y oxigeno para el siguiente rodeo. Intento incorporarme y agarrar mis nalgas para abrirlas bien y estar bien ofrecida, cosa que él aprovecha agarrándome de la cintura y volviéndome a montar como a la mas puta de sus yeguas. Sigo mordiendo mi correa y creo que de la fuerza con la que la aprieto, se notarán las marcas.





Es cuando me lleva frente al espejo cuando saca lo mas bruto de mi, sé que una vez allí, nunca tiene piedad con mi culo, pero esta vez sólo me asustó, se mojó la puntita y cuando estaba cogiendo aire con cara de miedo..
-mucho miedo y poca vergüenza tiene mi puta!!!

Y clavandomela de nuevo me folló duro, yo sacaba la lengua todo lo que podía para hacerle saber que quería mi premio por haber sido tan puta.
- Qué quieres?
-Mi premio!
-pero si no te lo mereces!! Pídemelo!
- Quiero tu leche!!!
- No, así no.. ya sabes cómo tienes que pedirlo!
-He sido muy puta! y quiero mi premio!!!

Me puso de rodillas y me dejó meterme la polla en la boca y chuparla como una hambrienta, pero enseguida me apartó tirando de mi coleta y pegó mi mejilla al espejo, con la otra mano siguió hasta correrse en el espejo, mientras yo lamía desesperadamente todo aquello que salia de su polla, limpiando el espejo y dejándolo reluciente. Finalmente me dejó limpiar su polla mientras ponía carita, de nuevo, de no haber roto un plato.






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