jueves, 13 de mayo de 2010

La luz de mi ciudad...




Eres igual que los demás pero no te pareces a ninguno de ellos, todas las mañanas te enciendo y te pienso, te uso y te gasto durante todo el día. Me voy a la sala del café, te enciendo y te apago unas cuantas veces, me gusta ver cómo te enciendes y también cómo te apagas, pero sólo si inmediatamente te puedo volver a encender. Que ilumines mis días los convierte, todos ellos, en "el día menos pensado", cuando te enciendes consigo ver mi alma claramente y sólo cuando te acercas a mi se ven mis curvas y mi deseo como mujer, te necesito porque tengo miedo a la oscuridad que supone un día sin ti. Me entristezco porque pienso que uno de esos "día menos pensado" te apagarás, te apagarás y no sabré por donde sigue el camino, nadie me agarrará de la mano y me entrará el pánico. Tengo que hacerme a la idea, pero si por la noche, cuando te apago, mi corazón se encoge de miedo  y se esconde bajo el edredón hasta la mañana siguiente... ¿qué haré cuando te apagues?
Cuando te apagues, te romperé en cachitos y te tragaré para tenerte dentro de mi. Ni siquiera esas llagas podrán borrar el dolor de tu ausencia. Me dolerá perderte aunque nunca hayas sido mio...


Hoy me he dado cuenta de lo mucho que se te puede echar de menos...

1 comentario:

  1. Se le puede echar de menos tanto que su ausencia te deje sin respiración... y un simple sonido de su voz en el teléfono te haga volver a vivir...

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